En el 2016 emprendí el primer, mejor y más largo viaje de mi vida!
Me recibí en diciembre del 2015 y en febrero del 2016 me subí a un avión con destino a Australia.
Casualidad o destino (yo creo más en esta última), unos cuantos años atrás, Australia fue el país que me tocó representar en una actividad del colegio. Ahí conocí su bandera, aprendí su capital y sobre todo lo ubiqué en el globo terráqueo! Fue ahí cuando descubrí lo lejos que quedaba de Argentina!!
Cuando me subí a ese avión la verdad es que no era muy consciente, no sabía a dónde iba, ni mucho menos qué iba a hacer. Pero tenía una seguridad y un deseo tan grande que era capaz de irme hasta la luna!
Tenía esa fuerza que sólo se tiene cuando se sabe con toda certeza lo que se quiere y entonces aquello se desea con todo el corazón.
Creo que esto te sucede pocas veces en la vida (si es que te sucede), y en este mismo instante estoy envidiando mi seguridad de ese entonces, pero al mismo tiempo estoy agradeciendo haber vivido al menos alguna vez un momento así. Ese momento donde tenes un sueño y ese sueño es TODO y lo ÚNICO que queres y sos capaz de hacer hasta lo imposible para lograrlo.
Yo hice MI imposible, atravesé el mundo y cumplí mi sueño.

Pero ese viaje no arrancó aquel 9 de febrero del 2016.
Arrancó mucho antes, cuando no me perdía un programa de "Clase Turista" en la televisión y me imaginaba ser una de las que entrevistaban en alguna parte del mundo.
En las charlas con mi mamá donde yo le contaba con toda seguridad que yo también sería una de esas personas que se van a recorrer el mundo. Y ella me lo creía! siempre supo que eso no era sólo una fantasía de adolescente, incluso lo supo mucho antes que yo.
Cuando estando en la facultad me busqué un trabajo sólo con la idea de ahorrar, un ahorro que metería en una caja y no vería hasta un par de años después cuando sea el momento de comprar un boleto de avión.
Cuando exactamente un año antes, me encerré 10 días en un curso de Liderazgo y conocí a quien sería mi única compañera en esta aventura. Acá otra vez el destino haciendo de las suyas, porque hasta ese entonces no tenía la menor idea si alguien me iba a acompañar o me iría sola.
(Siempre tuve la errónea idea de que todo el mundo desea viajar, pero con el tiempo descubrí que no es tan así. Obvio que si preguntas, el 90% responde que le encanta viajar. Pero son pocos los que lo desean tanto y muchos menos los que se animan a cumplir ese deseo).
El viaje arrancó desde que empecé a soñar.
Y mi sueño no era ser arquitecta, ni hacer casas y mucho menos tener una, ni un auto, ni tampoco un casamiento con vestido blanco y vals.
Yo me desvelaba imaginándome caminando por calles desconocidas en algún lugar remoto del mundo.
Y siempre fui buena con mi imaginación, así que para mí aquellas imágenes eran más entretenidas que la mejor película de Netflix.
Yo soñaba con viajar.
Y los sueños están para cumplirse no?
No tenía un destino concreto, no me importaba a dónde viajar, para nada.
El mundo es enorme, sí, pero yo lo sentía del tamaño de mis manos, totalmente alcanzable.
Estaba ahí, todo para mí, listo para que yo saliera a descubrirlo.
Y salí, abrí la puerta al mundo y salí. Dejé de mirar por la ventana, dejé de imaginar que había afuera y salí a descubrirlo con mis propios ojos.
Sé que para muchos viajar es algo muy fácil, algo que hacen desde chicos y para algunos hasta algo cotidiano, pero en mi caso no.
Viajar implicaba algo por lo que tenía que luchar "sola", era ese deseo que nadie me iba a venir cumplir, ni que Papá Noel me regalaría en noche buena. Y esto lo digo más allá de lo económico... la plata se consigue más fácil que la valentía!
Luchar sola, porque sería sólo yo la que tendría que poner el cuerpo, el alma, la mente y entregarle mi vida a ese sueño. Le daría no sólo mis ahorros, sino que todo mi año, mi rutina, mi trabajo, mi casa, mi familia, mis amigos, el 90% de mis cosas materiales, los cumpleaños, el día del padre, el de la madre, los abrazos, la recibida de mi amiga y hasta el amor de mi vida.
Sola porque nadie viajaría por mí, nadie me sacaría los miedos, nadie me empujaría a hacerlo.
Nadie me acompañaría la noche anterior a partir, cuando antes de dormir, por primera vez en tanto tiempo, caí en lo que estaba por hacer y lloré, lloré como una nena que no quiere ir al colegio al otro día. Me dije a mi misma qué estoy haciendo? yo me quiero quedar!
Pero no, no me quería quedar, me quería ir. Pero era más fácil quedarme y seguir con mi vida normal que subir a un avión rumbo al desconocimiento total. Entonces esa noche tuve miedo, el primer miedo de tantos que vendrían después.
Sola, porque nadie me explicaría cómo se hace para arrancar desde cero en un nuevo país con otro idioma. Cómo se consigue una casa, un trabajo y amigos cuando no se conoce a absolutamente nadie.
Nadie me diría que llegar a Indonesia de noche se iba a parecer a una película de terror donde yo era la protagonista que secuestraban para lo peor.
Nadie me acompañaría en aquel recorrido de 2 horas al aeropuerto de Malasia en un colectivo lleno de hombres musulmanes y yo ahí siendo la única mujer pensando lo sola y lejos que estaba de mi familia.
Sola porque ya no me llamaría mi mamá 3 veces por día solo para preguntar cómo estás?, ni tampoco la podría llamar yo cada vez que necesite que haga de psicóloga durante horas al teléfono.
Sola porque no escucharía por meses la voz de mi papá cantando y haciendo chistes.
Sola porque mis hermanos y mis amigos se volverían solo un par de mensajes por whatsapp.
Sola porque me volvería huérfana por un tiempo.
Sola porque desde ese momento, todos mis miedos, mis problemas, mis dudas, mis momentos tristes, todo lo malo me lo guardaría para mí y cada vez que llame a Argentina, contaría sólo las cosas lindas y siempre diría que "todo está re bien".
Sola, porque esos momentos de felicidad absoluta, de alegría, esas imágenes inolvidables de paisajes asombrosos, los ataques de risa eternos y esa sensación inexplicable de sentirse invencible tampoco llegaría hasta mi gente en Argentina.
Tan sola como esa noche que en una playa en Krabi (Tailandia), con la compañía de una luna enorme y mientras metía los pies en el mar y escuchaba la canción "Primavera" de Nahuel Pennisi, me reí y lloré, pero lloré de emoción. Nunca voy a saber por qué, pero se me caían las lagrimas, sonreía y cantaba a los gritos mientras bailaba con el mar. Me sentí tan feliz! Y sí, así de patético y divertido puede ser un momento de plenitud absoluta.
Sola como todos esos instantes en el que sentiría la enorme satisfacción de llegar tan lejos y me colgaría pensando... "no puedo creer dónde estoy!", "cómo llegué hasta acá?", "esto tiene que ser un sueño!".
Era un hecho, estaría sola para lo bueno y para lo malo.
Por todo esto, viajar era MI imposible.
Una lucha imposible que gané.
Y la gané sola pero siempre acompañada.
Recuerdo escribir el día que partía..."Es fácil animarse a soñar cuando en vez de un corazón se tienen 5", lo decía por mi familia pero me quedé corta. No serían 5 los corazones que me acompañarían, serían muchísimos más.
Una amiga chilena que conocimos en una habitación de un departamento compartido y nos aconsejó como una mamá.
Una mujer australiana que fue una madrina que nos dio trabajo como si nos lo mereciéramos cuando la verdad es que éramos un desastre.
Unos chicos argentinos con los que organizamos un viaje de fin de semana sin habernos visto la cara y se volverían amigos.
Todos aquellos que nos dieron una mano, un trabajo, un consejo sin pedir nada a cambio.
Los latinos que cruzamos en el sudeste y con los que quizás sólo compartíamos un rato pero lo vivíamos como amigos de toda la vida.
Todos los que desde Argentina me bancaban, me alentaban y cuando volví hicieron como si no hubiera pasado el tiempo.
Mi papá investigando y contándome todo sobre cada próximo destino que iba a conocer. Eso sí que es viajar con alguien a la distancia!
Mamá "jugando" a ser madre sólo de varones por un largo tiempo, bancando no tener a su única hija y su eterna compañera.
Un amor que se subió a tres aviones para pasar una semana trabajando de noche y durmiendo de día fingiendo estar desde Argentina, sólo para (el último día) preguntarme si quería ser su novia. Una novia que sería virtual durante los próximos meses, porque mi viaje recién arrancaba. A quién se le ocurre arrancar una relación a más de 12mil kilómetros de distancia? sólo a nosotros!
Así que así fue que cumplí mi sueño, viajé!
Y si lo pienso a la distancia, todo se dio tan natural. Porque lo que parece complicado se vuelve tan sencillo cuando el deseo es tan grande. Cuando tenes una meta concreta, todo se alinea a tu favor y en cada paso es como si el mundo te dijera que estás haciendo lo correcto.
Pero cumplir un sueño trae un gran problema... ahora no podes parar de soñar!
Así que acá estamos, con ese amor que arrancó a la distancia, solos en Francia. Pero esa es otra historia...
@anitaminervini
Commentaires